
PROYECTO FAMILIA / MARCELA TORTORELLO
SABER DAR EL PÉSAME (2597 c.)
Casi todas las personas nos sentimos impotentes y sin saber qué decir cuando estamos con alguien que sufre una pérdida emocional.
¿Por qué nos sentimos impotentes?
Primero por el temor a decir alguna imprudencia (que generalmente decimos), lastimar ó hacer sentir peor a la persona que supuestamente estamos consolando.
También porque las emociones de la otra persona puedan salirse de control por lo que digo y –si es así- no saber qué hacer con las emociones de la otra persona y mucho menos con las propias.
Asimismo existe el temor de que las emociones profundas del doliente por lo que ha vivido te recuerden algo, ó te imagines tú viviendo lo que esa persona está pasando, y entonces entrar en contacto con tus emociones y ponerte peor que el doliente.
Y porque la verdad, no existe una sola palabra que pueda dar consuelo a una persona que acaba de vivir la muerte de un ser querido.
Sólo las personas que han experimentado un dolor tan intenso como este, entienden que no hay ninguna palabra que en ese momento les de consuelo. Pero ¿entonces que decir en un velorio?
Primero lo que no es conveniente decir:
“Lo siento mucho”,
“sé cómo te sientes”,
“nunca Dios te da nada que no puedas afrontar”,
“el tiempo cura todas las penas”,
“tienes que ser fuerte”,
“no te sientas triste”,
“ya descansó”,
“fue lo mejor que pudo haber pasado”,
“no llores”,
“tuvo una vida plena”,
“agradece que lo tuviste contigo tanto tiempo”,
“la vida continúa”.
Ninguna de esas frases ayuda al doliente ni le da consuelo.
Al contrario, en esos momentos siente que nadie lo comprende (lo que es muy cierto), no saben como se siente, no es fuerte, no quiere que descanse su ser querido lo quiere con él, sí quiere llorar, no puede afrontar lo que Dios permite que pase.
Rabí Shimón Ben Elazar solía decir: “No intentes apaciguar a tu prójimo en su momento de ira, ni le digas palabras de consuelo cuando su muerto yace frente a él…”
Por lo regular ese es el caso cuando alguien ha sufrido una pérdida emocional (como la muerte de un ser amado).
Ofrecer consuelo inmediatamente después del fallecimiento, cuando los dolientes aún se encuentran conmocionados, puede dar la apariencia de que banalizamos su pérdida. En un momento como ese, el mejor regalo es tu presencia y un fuerte abrazo sincero que haga sentir al doliente que no está solo en su sufrimiento.
Las palabras deben decirse cuando pueden hacer bien. Cuando sólo pueden acrecentar el sentido de desolación, detener nuestra lengua es preferible.
Como nos recuerda Moshé ibn Ezra, el poeta hebreo medieval:
“Si las palabras valen plata, el silencio vale oro”.
La autora es Psicóloga y Tanatóloga clínica desde hace 20 años .
Muy clara y precisa ésta información. Muchas gracias.
Gracias Georgina, saludos…
Porque no se puede decir ‘lo siento mucho”?
En realidad nunca vamos a sentir lo que siente el doliente, podemos decir lo que nosotros sentimos en base a lo que vive la otra persona. Ejemplo: Me esta doliendo lo que estas viviendo, me duele verte triste, me duele tu dolor…